sábado, 16 de junio de 2012

TE RECUERDO.....

Cada día era peor que el anterior, nada tenía verdaderamente sentido pese a que su racionalidad le argumentaba cada hecho que pasaba en su vida desde hace cinco años.


Rodrigo, tenía una rutina muy exigente para alguien de 27 años. Se levantaba alrededor de las 6 de la mañana y dormía cuando ya no daba más del cansancio, casi siempre alrededor de las 2 o 3 de la madrugada. Para cada día de la semana hubía establecido múltiples actividades que cambiaba de vez en cuando para no abatirse por la rutina que esto le producía. Trabajaba sin cesar y muchas veces se ofrecía para ayudar a cualquiera que lo necesitara, desde analizar proyectos nuevos en su trabajo, hasta pasear la mascota de alguno de sus desconocidos vecinos, lo que tenía que evitar era el tiempo libre y en eso se empeñaba cada día.


Pese a lo que llevaba en su interior, era una persona socialmente activa, y esa era una de las pocas cosas que le permitía estar consciente de su existencia, aunque no encontraba que justificará para nada una vida sin ella. Por lo tanto, asistía a cada reunión de negocios, a ver cualquier estreno al cine, obras de teatro, museos, a los cumpleaños de sus amigos y de los hijos de sus amigos, cualquier cosa era mejor que el tiempo libre. El estar acompañando mitigaba en parte el dolor que tenia.


Todas las noches antes de dormir, se imaginaba junto a Sofía y que hablaban cualquier cosa, como antes, de la familia, sus planes, la comida, cualquier cosa y aunque cada vez terminaba llorando en soledad, era su tiempo favorito, porque le permitía en algún sentido el saber que fue real. En el fondo estaba consciente que esto no era normal y se autodenominaba en su interior como un enfermo psiquiátrico, que sabia controlarse sólo durante el día.


De vez en cuando y casi como un acto masoquista, sacaba cada una de las cosas que ella le regalo, como: cartas, ropa, peluches, etc. Las miraba y examinaba como si fuera la primera vez que las veía e imaginaba que ella se las entregó hace un momento y así iba recordando cada vez mas detalles de los momentos que estuvo con ella. Cada detalle, podía describirlo a la perfección, porque además del amor, él contaba con una memoria envidiable que le llevo entre cosas a ser un ingeniero civil, que se graduó con honores en su generación.  En estas veces, era también las veces en que maldecía y pedía perdón a Dios por lo que sucedió e imploraba que le concediera la muerte lo más rápido posible. Obviamente, que por su mente tenia múltiples opciones de quitarse la vida, pero siempre llegaba hasta esa ocasión en donde se comprometió a nunca intentarlo y esto le dejaba una tortura mucho mas difícil que llevar, y a veces envidiaba cuando escuchaba en las noticias algún suicidio, porque él pese a su gran determinación nunca podría llevar a cabo.


Siempre era capaz de convencer a todos que estaba bien, aunque su círculo más íntimo sabía que no era normal que durante 5 años guardara luto y no tuviera un nuevo amor. Siempre se excusaba en su trabajo y todas las cosas a las que dedicaba su tiempo.


Se aproximaba el cumpleaños de su mejor amigo, Francisco, y ya estaba pensando en la tortura que sería el hecho que le presentaran una “amiga nueva”, con el fin de que él se despejara un poco.



Cada uno los cumpleaños de su amigo era justo el aniversario de él con Sofía porque cuando Francisco cumplió 16 años, en esa pequeña fiesta fue cuando empezó todo. Y era inevitable comenzar a recordar otra vez.


-Rodrigo, apúrate. Mira que hoy día, si que si le pido pololeo a la Cata.


-Pancho vienes diciendo eso hace tres años, y ya tenemos 16 y nada de nada-. Rió de buena gana.
- Moléstame no mas, hoy día tendré polola y tú, sólo miras todo el rato  a Sofía; hablan y pasan todo el día juntos, pero te apuesto que nunca le has dado ni un beso.


Guardó silencio, porque lo que le decía su amigo era verdad. No sabía desde cuando la amaba, pero eso sucede cuando dos personas crecen juntas y están destinadas a compartir todo, había una magia entre ellos que todos veían con buenos ojos en parte por la amistad que tenían sus familias.


En este tiempo Rodrigo, era un adolescente medianamente normal, aunque a veces un poco tímido. Sofía era su mejor amiga desde que tenía uso de razón y confiaba ciegamente en ella, esto era reciproco.


Siendo alrededor de las 10 de la noche llegaron las amigas, Catalina y Sofía, muy contentas para celebrar el cumpleaños de su amigo. Ambas se habían preparado durante largo timepo en la casa de Catalina, todo con el fin de verse mayores y a las pretensiones típicas de la edad.


Cuando llegaron, los dos amigos quedaron impresionados de lo bien que se veian las dos jovencitas y les costó borrar la sonrisa de sus rostros, pero debían saludar.


-Hola  ¿cómo están?-preguntó Catalina muy alegre.


-Muy bien.-al unísono contestaron.


Cuando, Rodrigo, vio a Sofía se sintió más nervioso que de costumbre y pudo aceptar internamente que la amaba más de lo que el pensaba.


-Espero no hayamos llegado muy tarde, ¿cierto? Le pregunto Sofía a Rodrigo, acercándose un poco más a él.


- Eh no, llegaste justo a tiempo. Trataba de disimular torpemente su nerviosismo.
Así, transcurrió la noche entre bailes, risas y comentarios. Al final Francisco no se animó a pedirle pololeo a Catalina, pese a su gran determinación los nervios lo traicionaron. Por el contrario y pese a toda la timidez que lo invadió, Rodrigo, actuó como nunca lo pensó.


Sofía, estaba sentada descansando en el sillón y al verla se excusó en llevar un vaso de bebida para estar con ella. Conversaron sobre su día, hasta que sin pensarlo...


-Te quiero preguntar algo.


-Pregunta- dijo Sofía, y ante su mirada no pudo evitar ponerse roja y decir en voz baja-, ojalá por fin te atrevas.


-No sé, si ¿quieres pololear conmigo?


-Ella lo miró y sin decir nada, lo abrazo y beso tiernamente.